
23 Jul La rendición de Berlín #9
Unas gotas caían mientras el sol daba sus primeros pasos.
No había dormido mal, había dormido todo lo bien que se puede cuando acampas en medio de un bosque con una carretera a un lado, casas al otro y grandes piedras debajo de la tienda de campaña.
Sabíamos que alguna vez tenía que pasar y no descarto que vuelva a suceder.
¿Cuántas veces nos habrán dicho que una cosa es imposible?
¿Cuántas veces hemos obtenido un no por respuesta?
¿Cuántas veces en esta vida nos hemos rendido antes de intentarlo?
No todas las cosas se pueden realizar, pero si no lo intentas seguro que has perdido.
Pero quizá, si no luchas por eso que quieres es que realmente no lo quieres llevar a cabo.
Con Alemania y el autostop ocurre lo mismo. Mala experiencia anterior, nadie nos aconsejaba hacer dedo allí y si íbamos a Berlín suponía, otra vez, no saber el siguiente punto del viaje.
Pero lejos de echarnos para atrás, como mínimo, vamos a intentarlo.
Lo bueno de esta historia es que no empieza en Alemania, sino en la Republica Checa y concretamente en su capital Praga.
A medida que avanza el viaje, nos damos cuenta de pequeños detalles que aprendemos con la experiencia.
Por ejemplo, da igual que hagas autostop un sábado o un martes, si vas a tener que esperar lo vas hacer cualquier día de la semana.
Más de una hora esperamos para que Rijad parara su coche y nos acercara unos pocos kilómetros.
Otro pequeño detalle es que quien quiera entenderte te va a entender. Rijad ni una palabra de inglés pero conseguí saber que su profesión era doctor, tenia 53 años y viajaba por trabajo.
Pero sin duda, me quedo con la anécdota de llamar a un amigo suyo para que hiciera de traductor durante el viaje.
De la Republica Checa me voy conociendo Praga y todas las estaciones de servicio del país.
En la última de ellas despedimos a Rijad y solo un minuto después ya estábamos escuchando música en otro coche.
Música de Rumanía, la cual según me dijo Carmen, le encantó.
Un café y cinco cigarros fue la duración del trayecto. Un trayecto más largo de lo normal que nos dejó pasado la ciudad de Dresde, concretamente en Leipzig, a pocos kilómetros de nuestro destino.
Mientras, Vadym había aceptado nuestra propuesta de couchsurfing y nos estaba esperando en su casa del centro de Berlín para cenar.
En Leipzig llovía, llovía poco pero lo suficiente para mojarte y nadie va a querer que le mojes su coche.
Mientras esperábamos que un rayo de sol saliera de entre las nubes, caminamos hasta el lugar donde hacer autostop.
Cuando llegamos, ese lugar no era como esperábamos. Los guarda raíles tapaban la zona donde debían estacionar los coches y la curva de entrada a la autopista era más pronunciada de lo normal.
Yo creo que fue un cúmulo de cosas, lluvia, cansancio de la noche anterior, mal lugar donde hacer autostop, en definitiva, un día malo, un punto negro en el fondo blanco.
Hasta ese lugar llegamos haciendo actos que rozaban la ilegalidad, como cruzar autopistas de tres carriles o caminar por el arcén poniendo en riesgo a los demás y a nosotros mismos.
Ese momento fue el indicado para parar y pensar.
Aunque llegáramos a otro lugar no podríamos hacer autostop por culpa de la lluvia, teníamos casa en Berlín y los kilómetros que quedaban eran mínimos hasta la capital.
Volvimos atrás hasta la estación de tren más cercana para llegar al centro de la ciudad, coger un bus y llegar a Berlín.
¿Cuántas veces en esta vida nos hemos rendido antes de intentarlo?
Nosotros lo intentamos, pero en esta ocasión no lo conseguimos o al menos no acabar todo el recorrido completo en autostop.
Ha sido un día duro, muchos kilómetros caminados con las mochilas a la espalda y muchos pasos bajo la lluvia.
Y de Alemania, ya hablaremos más adelante.
Sus viajes se cuentan por los imanes que tiene en la nevera y los cuatro ordenadores de su casa le hacen compañía en el apartamento del centro de la ciudad.Ahora estamos en Berlín, en casa de Vadym, un informático adicto a los juegos de mesa donde pasamos las dos noches que estuvimos en la capital.
Nació en Ucrania, pero vivió nueve años en Canadá y cuando viajó a Mallorca dice que le fue difícil comunicarse por el bajo nivel de inglés de los españoles.
Pero sin duda alguna, Vadym va a ser uno de los personajes más importantes de este viaje…
Seguimos hablando de todo un poco y otra vez la lluvia fue la culpable de no poder disfrutar de la ciudad de Berlín al máximo.
Pero sí la disfruté el suficiente tiempo para escribir unas líneas sobre la capital alemana.
Es cierto que en toda la ciudad esta presente el famoso muro. Es lógico. Pero lo ilógico es pensar que Berlín esta anclada en el pasado.
Edificios modernistas, espectáculos alternativos, 152 nacionalidades distintas. Berlín no es solo un muro, Berlín es todo un mundo aparte.
Si recobramos los pequeños detalles que aprendemos en el viaje, me doy cuenta de que cada ciudad que conozco siempre quiero volver, incluso antes de irme.
Y Berlín es una opción para volver a visitar, incluso para vivir.
Uno de esos motivos para volver es Vadym, no se cuantas personas volveré a ver después de este viaje. Quizá ninguna o quizá a todas.
Pero absolutamente a todas ellas les ofrezco mi casa para que, como mínimo, les pueda compensar lo bien que se han portado con nosotros.
Vadym no es la excepción, con él decidimos ir a cenar a un restaurante. El nombre, Asteria.
Apuntalo porque está en el top 15 de mejores restaurantes de la capital alemana en la web de Tripadvisor.
Y ahí estábamos, comiendo la mejor comida que había probado en todo el viaje, pero en ese momento, a mi lo único que se me ocurre es pensar en que hacemos allí.
¿Qué hacemos dos españoles en Berlín comiendo en un restaurante griego con un ucraniano hablando inglés?
No sé, ni lo quiero saber. Solo sentía que me lo estaba pasando mejor allí que viendo la puerta de Brandeburgo o que visitando la catedral de Berlín o que tocando el famoso muro.
La cuenta no la pagué yo, tampoco Carmen, pero aunque nos fuimos del restaurante sin pagar tengo una deuda pendiente, volver a ver a Vadym e invitarle a la mejor comida de su viaje, pero esa vez pagaré yo y no él.
Alemania enamora por momentos, lejos de volver atrás y cambiar de rumbo hemos decidido que es hora de dejar las malas experiencias y volver a intentarlo.
No nos vamos a rendir porque hacer autostop en Alemania sea más complicado de lo normal.
No se cuanto nos llevará, quizá días, quizá semanas o quizá unas horas, pero vamos a cruzar toda Alemania en autostop.
Está decidido, nuestro próximo destino es Amsterdam, no ha sido una decisión fácil, pero creemos que es la acertada.
De Alemania no nos despedimos, aún quedan muchas historias que contar sobre ella, e incluso algún amig@ puede aparecer en nuestra aventura.
Pero como dice la canción, “ese es otro tema que con el tiempo ya saldrá”
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