
09 Ago El final de un principio #15
¿Por dónde se empieza a escribir un final? Por el principio, y lo primero de todo es dar las gracias.
Cuando piensas en agradecer, las primeras personas de las que te acuerdas son tus padres y hermanos.
Los padres porque a pesar de que saben que van a sufrir, te dejan pero sobretodo te apoyan a que hagas el viaje.
Y los hermanos porque te animan a que lo hagas. Da igual en que parte del mundo estén, da igual que estén en Madrid o en Estados Unidos, siempre sabes que puedes contar con ellos para lo que sea o incluso para formar parte del viaje haciendo una página web de la cual le estaré eternamente agradecido.
Luego es el turno de los familiares y amigos, aquellas personas que te siguen en cada momento, que te envían mensajes de ánimo, que te preguntan como estas, que te dicen que disfrutes y que te dan consejos sobre cómo acampar o sobre dónde comer las mejores crepes de París. Gracias.
En estos momentos también me acuerdo de todas esas personas que aún que no te escriban ningún mensaje, sabes que están ahí, que te leen y que viven cada día del viaje como si lo estuvieran haciendo ellos.
Y gracias a Mercè.
Nueve de la mañana, tarde para empezar hacer autostop. Nos encontramos en un peaje a la salida de Girona, el sitio no era el mejor, pero era el único que había.
Hoy el destino estaba claro, hoy era el día de poner punto y final a 32 días de viaje, hoy íbamos a Barcelona.
La ciudad condal, el lugar que me vio nacer, donde cogimos un vuelo a Estonia, el lugar donde realmente empezó todo iba a ser el último punto de esta aventura.
En ese lugar la sensación era extraña, por una parte teníamos miedo por hacer autostop en España, todos sabemos que no es el mejor país para levantar el dedo.
Y por otra parte estábamos nerviosos, más incluso que el primer día.
Pero en cinco minuto llegó Mercè. Estacionó el coche como pudo y muy amablemente nos invitó a subir.
Mercè iba dirección al aeropuerto de Barcelona para coger un vuelo hasta Bilbao. Madre de una hija, había nacido en Barcelona pero el destino le había llevado a vivir en la preciosa ciudad de Girona.
Hablar el mismo idioma era una gran ventaja y ella, que al igual que nosotros, era una gran amante de los viajes, solo hacía que preguntarnos cosas del viaje que estábamos a punto de acabar.
En ese momento, nos acordamos de Austra y las llaves de su casa, por supuesto de Studio Maruko y su ruta turística por la Lituania profunda, las inundaciones de Vilna, nuestro amigo el camionero y el gran secreto que nos enseñó, la rara ciudad de Cracovia y la desconocida Wroclaw, las noches en la tienda de campaña o la invitación a cenar en uno de los mejores restaurantes de Berlín por parte de Vadym.
Por supuesto también hablamos de Janne y de Arantxa y su familia, sin olvidar la caravana o la furgoneta sin asientos o a Jessica y la gran suerte de encontrarnos con ellos.
Estos fueron los primeros recuerdos que nos vinieron a la mente, pero si nos ponemos a pensar, nos hemos dado cuenta que detrás de cada historia venia otra mucho mejor.
No nos ha dado tiempo a aburrirnos y es que 4.882 kilómetros, 48 coches, 32 días, 18 ciudades, 14 couchsurfers y 10 países dan para muchas aventuras.
Pero al final los números no tienen ninguna importancia, lo que de verdad importa es todo lo aprendido y lo vivido.
Y así, casi sin darnos cuenta hicimos los últimos 100 kilómetros hasta la mágica ciudad de Barcelona.
De Mercè nos despedimos dando las gracias, pero esas gracias no eran solo para ella, también iban dirigidas a todos las personas que han parado sus coches un momento para dejarnos subir a ellos, a todas las personas que nos han dejado un rincón de sus casas para pasar las noches, en definitiva, a todas las personas que nos han ayudado a poder realizar este viaje. Muchas gracias!
En todas las ciudades que hemos visitado, siempre intentamos conocer cada esquina de ellas, de Barcelona ya las conocemos casi todas, pero una última foto era necesaria.
El telón se cierra, la obra ya ha acabado, pero seguro que esta es la primera parte o el primer capítulo de una serie que solo acaba de empezar.
Ahora toca disfrutar, descansar y volver a nuestra vida que dejamos apartada hace ya más de un mes.
Pero en nosotros, un nuevo viaje ya se está empezando a cocinar y por suerte, no queda mucho para que se pueda hacer realidad.
Así que ya lo sabéis, si vais en coche y veis a alguien con un cartel y un dedo levantado, saludad, porque él os dará las gracias como yo os las doy ahora mismo.
Gracias por estar ahí, nos vemos pronto, muy pronto
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