
27 Jul El destino de Ámsterdam #10
Temprano, como cada día que toca cambiar de ciudad. Hoy cumplimos 20 días de viaje, supongo que el tiempo pasa rápido cuando haces lo que te gusta.
Estamos bien aunque mi madre no lo crea, quizá algo más cansados de lo normal, pero bien.
Seguimos pensando en algún día llegar a Ámsterdam y para ello es necesario atravesar toda Alemania.
Cruzar Alemania en un día es imposible, muchos kilómetros, mal tiempo y poca cultura del autostop hacen que se convierta en un milagro que alguien pare su coche para recogerte.
La estrategia para hoy es llegar a Münster. Sea como sea.
Münster es una gran ciudad que se encuentra a unos 450 kilómetros de Berlín y muy cerca de la frontera con los países bajos.
Nunca hubiéramos pensado en parar allí si el destino no nos lo hubiera pedido.
Carmen se fue a estudiar el curso pasado a México. Lo mismo le pasó a Janne, una chica alemana estudiante de Geografía.
La coincidencia es que la ciudad de Münster donde estudia Janne está de camino en nuestro viaje.
Y lógicamente, no podíamos pasar de largo sin ir a visitarla y en mi caso a conocerla.
Pero el destino no está escrito, bueno, como todo en esta vida.
¿Quién sabe lo que pasará mañana o dentro de un año? ¿Quién sabe si llegaremos a España o tendremos que abandonar la aventura antes de tiempo?
Solo el destino lo sabe y nadie sabe cual será su destino.
La vida de Vadym y la nuestra se separa, pero espero que el futuro nos vuelva a reencontrar.
Las grandes autopistas de Alemania nos obligan a hacer autostop solamente en las áreas de servicio y para llegar a ellas implica caminar algunos kilómetros.
La cantidad de coches que pasan por allí no es comparable con los que veíamos pasar en Estonia por ejemplo, pero al menos, sabemos con certeza que los kilómetros que hagamos serán mayores.
Hace 15 años emigró de Georgia para asentarse en la española ciudad de Murcia pero y…¿quién le iba a decir que ahora tendría que viajar a Alemania por trabajo?
¿Y quien nos iba a decir a nosotros hace 15 años que su vida y la nuestra se juntaría en una gasolinera de Berlín?
Eso es el destino.
Su nombre no lo se, pero su mote es Kran.
Kran fue el protagonista del día de autostop más fácil de la historia, él venia del aeropuerto, paró en un área de servicio y nos recogió.
Su destino, sí, Münster.
Fue como si te saliera el último numero del cartón del Bingo, como un gol en la final de la Champions, como sacar un 5 en un examen sin haber estudiado, fue la ostia!
Su perfecto castellano hizo el viaje muy ameno, la cantidad de kilómetros dio tiempo para todo, risas, silencios incluso para alguna siesta.
(Carmen sigue cruzando Europa durmiendo)
Hablamos de tantas cosas que no hablaría de ninguna más en todo el articulo, así que mejor las guardo en el recuerdo.
Lo más importante es que nos dejó en la ciudad de Münster y prácticamente en la puerta de la casa de Janne.
Hablar de la ciudad de Münster es hablar de lluvia, porque las 40 horas que estuvimos allí no vi parar de llover nunca.
Pero entre las gotas pude ver una ciudad donde las 300mil personas que la habitan tienen una media de dos bicicletas cada una.
Y para hablar de Janne creo que no soy la persona más indicada para hacerlo:
(Carmen)
Gracias Janne por acogernos de manera tan especial, por exprimir tu tiempo para compartirlo con nosotros, por hacer de nuestro paso por Alemania un momento mejor y sobretodo por hacer que cada vez tenga más ganas de reencontrarme contigo.
Volveremos sin lluvia, has sido uno de los mejores regalos que el viaje ha puesto en el camino. Nos vemos muy pronto.
A veces hay que dar un paso atrás para seguir con más fuerza y otras hay que parar y descansar porque, aunque parezca mentira, viajar cansa.
21 días de viaje, seguimos bien aunque mi madre no lo crea, no estamos cansados, estamos bien.
Si al principio del viaje se contaban los minutos para que alguien nos recogiera, ahora lo que se cuentan son las horas.
Hoy el destino es Ámsterdam, la famosa ciudad de los canales, las bicicletas y la marihuana.
Aproximadamente 250 kilómetros de distancia, aunque los primeros 30 los hicimos después de esperar más de una hora en la primera gasolinera.
El primer alemán que nos para en el viaje, no viajaba en un camión como lo conocemos, pero se parecía. Era una furgoneta grande con un remolque atrás donde dejamos las mochilas.
De área de servicio en área de servicio, seguíamos igual pero 30 kilómetros y una hora y media más tarde.
Lo que estuvimos esperando en esa gasolinera se coloca en el pódium de espera en éste viaje.
8.400 segundos, o lo que es lo mismo, dos horas y veinte minutos de pie viendo pasar y pasar coches.
Dicho así parece aburrido, lo cierto es que no me lo pareció. En ese tiempo te acercas a conocer a 3 o 4 camioneros, algún coche se para y te dice que no va al mismo lugar que tú y mientras, la gente te va saludando.
Cuando tienes todo el tiempo del mundo, los segundos que pasan te dan igual.
Ralf fue uno de los que nos paró y nos ofreció llevarnos menos de 15 kilómetros hasta un lugar mejor.
Mejor era, lo que no nos dijo es que teníamos que caminar tres kilómetros hasta llegar a él.
En toda la mañana habíamos recorrido aproximadamente 40 kilómetros. Lo que significaba que aún nos quedaban más de 200.
La experiencia nos decía que hoy no llegábamos a Ámsterdam, pero por si acaso, allí lo seguíamos intentando.
Allí seguimos hasta que el tercer coche del día hizo acto de presencia. Me llamó dos cosas la atención, era el primer BMW al que subíamos y Mike iba en traje.
A Mike lo “acompañamos” hasta su casa, un pueblo a 25 kilómetros de donde estábamos.
El problema fue que estábamos peor situados que antes, mucho pero situados.
El lugar es la típica entrada a la autopista que no sabes muy bien porque esta ahí si ningún coche pasa por ella.
Yo creo que más por compasión que por otra cosa se detuvieron una pareja de brasileños que iban a Holanda.
Trayecto corto, menos de 20 kilómetros.
Total = 85 kilómetros en un día.
La noche se acercaba y los coches ya no circulaban, decidimos dejar el mal día de autostop y buscar un lugar donde volver a poner la tienda de campaña.
El destino, la suerte o la mala suerte a querido que por primera vez no cumpliéramos con nuestro objetivo.
Escondidos entre unos arbustos vemos como el sol despide el día mientras las estrellas van iluminando la oscura noche.
Mal, porque en la tienda se duerme mal, pero lo suficientemente bien como para recuperar fuerzas.
De buena mañana y sin avisar nos pasó una de las mejores historias del viaje.
Después de una hora quietos, con frío y viento paró un Renault viejo viejo con tres personas dentro.
Eran una pareja de recién casados, pero la mujer tenía un hijo de una relación anterior. Ella conducía, el hijo a su lado y Dani con nosotros atrás.
Pero la parte increíble de la historia viene porque se conocieron ¡haciendo autostop!
La historia es real, nos la contaron ellos.
Dani, brasileño de nacimiento estaba haciendo autostop en Holanda para ir a Alemania por trabajo, cuando ahora su mujer, paró su coche y según parece nunca dejo que bajará de él.
¡Increíble!
Pero está es su historia, ahora viene la nuestra:
Después de una hora quietos, con frio y viento paró un Renault viejo viejo con tres personas dentro, una pareja y un niño.
La mujer al volante, el hijo de ella a su lado y atrás junto a nosotros Dani, un brasileño que había llegado a Europa por trabajo.
Dani nos daba mucha conversación y de repente nos dijo si nos importaba que fumaran en el coche.
Nosotros no fumamos, pero no nos importa que la gente fume y más en su coche.
Lo que Dani no dijo es que el cigarro no era un cigarro normal, si no que era uno especial con flores dentro.
Todos sabemos que en Holanda está permitido el consumo de marihuana, pero una cosa es fumar en un sitio adaptado para ello y otra es fumarte un porro a las nueve de la mañana con tu hijo de diez años al lado en un Renault viejo que eso no ventilaba nada jajaja
¡Increíble!
Después de eso todo risas y buen rollo, pero para inmortalizar los 50 kilómetros mas divertidos del viaje había que pedirles una foto que personalmente vale oro.
El destino hizo que ellos se conocieran haciendo dedo pero a nosotros, sin saberlo, nos dieron la bienvenida a Holanda.
En la gasolinera que nos dejaron estuvimos 20 minutos hasta que una preciosa mujer mayor con espíritu joven nos acercó hasta la esperada ciudad de Ámsterdam.
Ella nos preguntaba mucho por la dificultad del autostop y los tiempos de espera, luego nos contó que cuando era joven viajaba por Italia, Holanda, Bélgica… levantando el dedo.
Supongo que cuando yo sea mayor y vea a dos chavales con mochilas a la espalda y un dedo levantado pararé mi coche y les contaré la historia de Dani, su mujer, el hijo y del cigarro especial de buena mañana.
Ahora estamos en Ámsterdam, toca disfrutar de ella unos días. Las ganas de conocer está ciudad es proporcional a lo que nos ha costado llegar a ella. Mucho.
Para el próximo destino, toca cruzar otra frontera, Bélgica y Amberes nos esperan, pero lo primero es lo primero.
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