
04 Sep Bienvenido a México
Se dice que hay trenes que solo pasan una vez en la vida, si no lo coges se va, se escapa delante de tus ojos y no lo vuelves a ver nunca más.
Yo, en esta ocasión decidí cogerlo, agarrarlo con todas mis fuerzas y subirme a él.
No es fácil, dejas una vida atrás, te separas de los tuyos y emprendes una aventura, solo, sin conocer a nadie en un lugar en el que nunca has estado. Cierras un capítulo para comenzar a escribir una nueva historia.
La diferencia se nota en que no es un tren, sino un avión, el avión con el destino más lejos al que haya ido.
Una vez me contaron que después de la salud, los papeles son los problemas más importantes que tiene una persona.
Cada día pienso que la afirmación es más cierta, porque la cantidad de cartas, e-mails, seguros, vacunas, visados y demás papeles y papeles que tienes que firmar, sellar o pagar hacen que te plantees si merece la pena todo el viaje.
Poco a poco vas completando las mil piezas del puzzle y consigues llegar hasta el día que lleva meses marcado en el calendario.
Llegas al aeropuerto cuatro horas antes de que salga el avión, siempre preocupado por si olvidas algo, por si dejas alguna cosa importante sin hacer, por si lo que estás haciendo es una buena idea o no.
Ahí, en ese aeropuerto aparece el primer personaje de la historia, Noelia. Da la casualidad que estudiamos en la misma universidad, con la casualidad que íbamos a continuar los estudios en el mismo país, en la misma escuela y quien sabe, a lo mejor la casualidad nos lleva a vivir hasta en la misma casa. Dos aventuras iguales con puntos de vista diferentes.

Como de costumbre y siempre que empiezo algo nuevo pienso en lo que sé, en lo que mi mente sabe de un lugar desconocido para mí.
- El país está en Norteamérica.
- Hablan Castellano
- El país es tres veces el tamaño de España
- Tienen ruinas Mayas por todo el territorio.
- Comen tacos y… creo que Burritos.
- Cancún, Guadalajara, Chiapas, Oaxaca son ciudades del país.
- Hay mariachis en cada esquina.
- La capital se llama Ciudad de México donde viven más de 22 millones de personas.
Y para llegar hasta México hay que volar más de 10 horas desde Madrid.
Sí las horas en los aeropuertos se hacen aburridas, las horas en los aviones son aburridas y eternas.
10 horas se dicen pronto, menos mal que los aviones para largas distancias tienen pantallas para entretenerte, un entretenimiento que dura las tres primeras películas. Luego ya no sabes que hacer, a donde mirar, ni a que juego jugar.
Buscas conversación con las personas que tienes a los lados, intentas dormir un poco, alguna turbulencia hace que salgas de la rutina pero aun así, te sobra tiempo para… aburrirte.

Y ahora me detengo, algo me preocupa, escribo estas líneas en el avión que va desde Madrid a Cancún, aunque nuestro destino es Ciudad de México. Y para llegar a la capital tenemos que coger otro avión, un avión que sale dos horas después de la hora en la que aterriza éste.
Hace tres meses, cuando compré los billetes creía que tenía tiempo, que esas dos horas eran suficientes, en éste instante, a pocos minutos de aterrizar creo que paso la noche en el aeropuerto.
En estas dos horas tengo que tener suerte y conseguir que el avión llegue a la hora prevista, pasar el control de inmigración sin problemas, no esperar demasiado por mi maleta, pasar el control de aduanas, rezar para que la terminal de salidas se encuentre justo al lado de la de llegadas y todo sin tener en cuenta que tendríamos que facturar la maleta otra vez.
El pensamiento de que todo fuera ideal, que todo saliera perfecto hizo que cuando compramos el billete para el siguiente vuelo cometiéramos este fallo, un fallo de los grandes.
Intentarlo lo vamos a intentar.
Primer golpe de suerte, el avión aterriza en Cancún a la hora prevista, bajamos y empezamos a correr. Llegamos los primeros al control de inmigración:
-Pase por aquí, ¿De dónde viene? ¿Qué viene hacer usted aquí? ¿Por qué no tiene billete de vuelta ni visado ¿Cuánto tiempo va a estar en el país?
-Vengo a estudiar, aquí le enseño la carta de aceptación de la universidad de México y como voy a estar menos de 6 meses no necesito visado.
-Un momento por favor que compruebe la información.
Sello en el pasaporte y: – Bienvenido, disfrute de su estancia en el país.
Noelia también pasa el control sin más problemas y nos dirigimos hasta la salida de equipajes.
Segundo punto, lo peor de viajar, esperar a que salga el equipaje facturado y siempre con el miedo a que hayan perdido la maleta.
5 minutos…, 10 minutos…, 15 minutos y aparece la maleta de Noelia, se va a pasar el control de aduanas. Te espero allí, haciendo cola. –me dice
20 minutos… mi cabeza ya pensaba que habían perdido la maleta y en consecuencia, yo había perdido el vuelo.
25 minutos…
La última maleta que quedaba en el avión, la última persona que estaba esperando allí y quizá, la que más prisa tenía.
Empiezo a correr hacía el tercer punto, el control de aduanas. Al ser el último en recoger la maleta me encuentro con que no hay nadie en el control. No veo a Noelia.
-Pasé por aquí, ¿Es esto todo lo que lleva? ¿Alguna cosa a declarar? Por favor rellene este documento con sus datos personales.
Completé la información, no quiero saber que puse en esa hoja, pero por suerte el trámite fue rápido.
No veo a Noelia. Me dirijo a la salida, mi cabeza piensa que allí me estará esperando. Queda poco más de una hora para el siguiente vuelo. Tengo que llegar hasta la terminal de salidas, facturar mi maleta y sobretodo, encontrar a Noelia.
En la salida del aeropuerto no está, vuelvo a entrar, doy una vuelta. No veo a Noelia.
Vale, piensa. ¿Qué hubiera hecho yo en la misma situación?
Pregunto al guardia de seguridad donde tengo que coger el siguiente vuelo: – Tienes que ir a la terminal 2, hay un carro que te lleva de forma gratuita hasta allá.
Cuarto punto y un nuevo problema, la terminal está lejos, imposible de llegar caminando o al menos en tan poco tiempo.
Me dirijo hacia la parada del bus que te lleva hasta las otras terminales y me confirman lo peor. Acaba de salir y tarda 30 minutos en volver y 20 minutos más en llegar hasta la terminal que tengo que ir. Y por supuesto, no veo a Noelia.
Vale, piensa. Estas en México, has perdido a tu compañera de viaje, no tienes pesos mexicanos, no tienes Internet y tienes que llegar en una hora a otro vuelo.
Me dirijo hacia la parada de taxis, los taxistas se agolpan sobre mí y me empiezan a preguntar a donde voy. Veo a un chaval joven y le pregunto cuanto me cobra por ir hasta la Terminal 2. Me contesta en pesos mexicanos y cometo el grave error de decirle que no tengo pesos.
¡20 euros! Las negociaciones fueron duras, muy duras, logré conseguir un precio superior a lo normal pero sin ser excesivo como al principio.
El trayecto duró menos de 5 minutos, pero todavía me faltaba el quinto punto: lograr facturar mi maleta cuando quedaba menos de una hora para que saliera el avión.
Suerte que la terminal de salidas era pequeña y suerte que ahora, sí vi a Noelia. Estaba esperando en la cola de facturación, menos mal que pensó igual que yo.
Media hora antes de la salida del vuelo nos plantamos en la puerta de embarque, parece que la suerte nos acompañó, que todo se puso a favor para que llegáramos a ese vuelo.

A las 5 de la mañana hora española, con 13 horas de vuelo en un avión y con un dolor de espalda insufrible llegamos hasta nuestro destino, hasta Ciudad de México.
Una aventura que nos dio la bienvenida a una nueva etapa, a nuevas historias, aventuras, a conocer lugares, a nuevas personas, culturas, comidas, a un nuevo capítulo del libro, a México.
Vuelvo a escribir para no olvidar, para volver a esa esencia con la que comencé este blog. Para contar y tener un lugar en el que poder recordar. ¡Volvemos!
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